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Unboxing Las Cajas de Paz. Por Pablo Erminy



La continuación ... Todo comenzó, como suelen comenzar las cosas, con una caja en el buzón de correo. Pequeña, frágil; de papel cartón, salpicada de pintura. No estaba diseñada para ser abierta. ¿Cómo puede existir una caja, para nunca ser abierta? Recuerdo que intenté no prestarle mucha atención y respeté las instrucciones. Pero, con el pasar de los días, comencé a sentir que algo allí dentro estaba vivo. No pedía salir, o por lo menos, no todavía. Debo confesar con franca vergüenza que en tres oportunidades estuve a punto de abrirla. Formó parte de quién fui en ese momento. La caja, y lo que vivía dentro, me acompañó por el mundo. Habitó en una mochila compartida por trenes y autobuses; y en ellos conoció a escritores que querían narrarlo todo. Escritores que después se cansaron y fracasaron. Conoció a parejas que más adelante tomaron caminos distintos. Conoció a ex presidiarios llenos de compasión. Conoció también a quienes aprendieron a reírse solos, a quienes se cambiaron el nombre y fueron más felices. A quienes tocaron la puerta para pedir perdón y a quienes se les quitó el miedo a morirse. Se convirtió en una antena al borde de un acantilado; la rodearon las antorchas y los tambores, pasó varios días bajo el escritorio de un guardia de celda y descansó, aunque por un instante, sobre la mesa detrás del auditorio, cinco minutos antes de que abrieran las puertas. Pasó el tiempo. Por muchos años estuvo bajo la tierra en el patio de una casa abandonada. Un hogar con sábanas en los muebles y retratos en las paredes en donde nadie parecía sonreír. Un imprevisto me hizo regresar. Luego del funeral, pedí que me llevaran a desenterrarla. Esa fue la primera vez que consideré abrirla, pero no lo hice. Tomé el avión de la mañana y nunca más volví a ese lugar. La segunda vez que estuve a punto de abrirla fue cuando sumergieron en una piscina a mi mejor amigo. Vestido de blanco, le sostuvieron la cabeza y lo empujaron al fondo. Al salir, la mayoría aplaudió. Luego, los más cercanos decidimos dormir en una azotea. Como si fuéramos parte de una tribu delirante, apuntamos con las palmas a la lluvia de estrellas, esperando que uno de los asteroides corrigiera su rumbo. Pero eso no sucedió, quizás por los rezos de mi amigo y nuevo pastor; el único de nosotros que le apostó a la humanidad aquella noche.Pero eso fue hace tanto tiempo atrás. Hoy, mi amigo, ya no cree en Dios. Si. Esa caja también me acompañó durante momentos difíciles en mi vida. En algunas de las veces que he muerto, y en las veces que aún me faltan por morir. Y es ahí, la tercera vez que sentí abrirla. En ese momento, como en este, en donde los eventos cruciales, pasados y futuros, suceden al mismo tiempo. Esa caja fue un regalo que Franck me hizo. La envió por correo. La tomé en mis manos. Venía bañada de colores. Y en ella continúa guardado un misterio que tiene vida propia. Me pregunto lo que él pueda saber … Es muy curioso. Franck y yo solo hemos coincidido entre reflejos. Si nos hemos cruzado en alguna calle, físicamente, han sido versiones de nosotros a destiempo; algo así como el que llega temprano cuando el otro ya se ha ido. Y sin embargo, cuando nos sentamos a conversar, a millas de distancia el uno del otro; dejamos la sabiduría y las cicatrices en el salón, y salimos corriendo hacia el patio tal y como lo hacen los niños. Quien sabe. A veces este tipo de congregaciones se hacen para liberar y salvar a quienes sus súplicas no han sido escuchadas, o a quienes no parecen merecer esa salvación. Pero al final, es cómo llegar en bicicletas al jardín en donde, una vez formando el círculo, invocaremos a los monstruos que de niños nos aterrorizaron, solo para darle las gracias, porque hoy reconocemos que esos mismos monstruos no buscaban aterrorizarnos, sino ayudarnos a escapar. Franck sabe en donde se esconden los colores; en el mismo lugar en donde viven todos aquellos atrapados entre páginas. O guardados, como la criatura en mi caja. Esas cajas de Esperanza, aún recorriendo el mundo en el futuro. Sutil maníaco, vidrios de mosaico en los nudillos, violeta azulino, fractal eterno; salvador mercurial. Universo impresionante .. . Graxias, Franck. --Pablo Erminy

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